Azacarias no tiene memoria ni papeles y lógicamente lo han internado en un centro de estos durante mil años, tiempo que a los defensores de los derechos humanos europeos les parece un plazo más que razonable para localizar su verdarera filiación.
¡Menudos hijoputas! piensa Azacarias.
No sabemos si lo dejaran pensar más o seguirán buscando su filiación. Veremos
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