El otro día Azacarias que andaba perdido por Toledo se encontró con un buen amigo en el teatrillo de San Pedro y hablaron de su viaje a la perdida y olvidadada Qal' at Rabah. El gato propietario del teatrillo, escuchaba con ojos asombrados.
El misterioso rio dejó hace tiempo de darle de beber y se cansó de defender a la guerrera y sus norias se secaron de aburrimiento. Cambió de Dios y como si nada, los mosquitos, el frio el calor y la tormenta se llevo a curas y guerreros.
Ahora esta dormida, sola, en silencio, demasiado olvidada, quizá para siempre, como la memoria de Azacarias.
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