Como Azacarias no tiene experiencias mas allá de ayer y ni ganas de tenerlas, se entretiene en el hoy y piensa muy poco en el mañana.
Azacarias piensa que en el mundo hay mucho tonto y los tontos no son buenos, se puede decir sin temor a equivocarse que el tonto es malo, gilipollas, malo y traicionero.
El gilipollas no piensa, actua guiado por su envidia, su mala baba, su rencor y su conocimiento profundo de su tonteria lo que le hace desconfiar del otro y odiarlo profundamente.
El tonto niega al pensamiento y a la reflexión cualquier valor y pone todo su empeño en el poder. El poder sobre los demás es el único mecanismo del tonto para superar al otro pero en el fondo, el poder le genera más frustración. Cuando el tonto se siente poderoso cree por un instante que ha superado su complejo de inferioridad pero no es así, al poco tiempo su pequeño cerebro comprende que su poder es mezquino, que el sigue siendo el tonto de siempre.
Al tonto en el poder lo veneran los tontos como él, los demás lo respetan porque no queda más remedio y al final si pueden lo echaran de su trono o en su caso lo ignoran.
Uno de los grandes problemas de esta sociedad es que reconoce con facilidad al tonto en el poder pero o no puede o no quiere expulsarlo. Es sin lugar a dudas una grave enfermedad social el repeto al tonto por comodidad. Mientras el tonto no me incomode que siga mandando. Mal muy mal, mientras el tonto manda los malos ganan y los comodos se terminan convirtiendo en tontos, tontos del culo.
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